Ser un científico de renombre, en la Inglaterra de los años cuarenta, no servía para salvarse de la persecución homofóbica que imperaba entonces en ese país. La vida de Alan Turing, nacido en 1912, fue un buen ejemplo de ello. Fundador de la informática, logró entre otras hazañas descifrar la famosa máquina Enigma del régimen nazi, lo que permitió leer sus comunicaciones y acortar probablemente en dos años su capacidad de resistencia. A pesar de eso, un asunto vinculado con su homosexualidad lo condenó en 1952 a escoger entre la cárcel y la castración química. Habiendo elegido lo último, y sometido por lo tanto a una verdadera tortura física y mental, puso fin a sus días en 1954. Pero la cosa tampoco acabó entonces: su nombre se borró de la memoria colectiva, de la lista de los que habían contribuido a salvar el país de la invasión nazi.

Este extraordinario documental dramatizado rescata la figura de este genio, que confió sus tormentos durante su último año de vida a un psiquiatra, Franz Greenbaum. Gracias a las conversaciones que mantuvieron, y que fueron la base de una profunda amistad, entendemos la presión mental y física a la cual estaba sometido Turing. Descubrimos por otro lado la importancia de su legado científico (sus trabajos clave sobre computación dieron lugar a la aparición de los primeros ordenadores), cuyo alcance está todavía por descubrir. Pero ¿habrá acabado ya la persecución homófoba de la que fue víctima? Recordemos que hasta 2013 no fue "indultado" a título póstumo por la reina de Inglaterra, un indulto negado el año anterior por su propio ministro de Justicia.