Robin Campillo se dio a conocer en el 2004 con su primera película, La resurrección de los muertos, de la cual se hizo una extraordinaria adaptación para la televisión. Ahora, con el mismo buen gusto y la misma exquisitez, presenta Eastern Boys, donde mezcla con sabiduría el suspense claustrofóbico y una historia de amor muy sensible entre un hombre de negocios respetable, Daniel, y un chapero del Este, Marek. Lo que empieza como una burda extorsión de una banda de macarras que se mueve a sus anchas por la Estación del Norte de París va derivando poco a poco en un relato inquietante de deseo, redención y esperanza.

Esta historia fascinante y estética sobre la inmigración, las mafias de la prostitución y la idealizada relación chapero/cliente es una especie de versión posmoderna de La cenicienta que juega de forma magistral con el ritmo de la trama, la suavidad de los planos, una música extraordinaria y un contraste brutal entre la violencia y la ternura. Una película intensa y cautivadora.