Sebastián, un chico de Estocolmo de una belleza perturbadora y andrógina, pone su vida en peligro entre polígonos industriales y descampados manteniendo relaciones sexuales con desconocidos. Cuando todo está a punto de acabar seguramente muy mal, el rebelde Andreas aparece y lo salva in extremis. El amor surge a la primera entre estas dos personalidades fuertes, que se lanzan en una relación intensa e impulsiva. Los dos amantes toman la ciudad vacía en pleno verano: hurtos en el 7-Eleven, bailes en azoteas, baños furtivos, noches eufóricas.
Pero Andreas no asume fácilmente la dimensión homosexual de esta relación y, como dice la canción de Joy Division que da título al film, algo debe romperse… El primer largometraje de Ester Martin Bergsmark es una gema en bruto, hermosa y turbia, delicada y salvaje, frágil e implacable. En ella, como en los dos nombres de Bergsmark, lo masculino y lo femenino siempre entrelazados lanzan cada uno sus destellos a la luz de los acontecimientos.